OPINIÓN

Una de las características que mejor define al actual equipo de Gobierno de Alcobendas (entiendo que, liderado por Rocío García Alcántara) es el querer tener todo “controlado”. Una situación que me recuerda demasiado a aquellos extintos regímenes autocráticos tan propios de otra época.

Horror es la palabra que define el ataque que Israel sufrió el 7 de octubre, dejando 1.400 muertos y más de 200 rehenes. Llevamos días viendo como el pánico, el miedo y el terror asaltaron a los jóvenes que disfrutaban de un festival de música en el desierto de Néguev.

Desde que el Partido Popular ganó las elecciones el pasado mes de mayo, hemos tenido claro que Alcobendas nos pide que tomemos acción. Nuestros vecinos quieren una nueva forma de gobernar con ilusión, acción e innovación. Nuevas políticas, que devuelvan el dinamismo a nuestra ciudad y que estén centradas en el ciudadano. Sabíamos que en los primeros 100 días de mandato todos los ojos estaban puestos en nosotros, para que actuáramos con celeridad y pusiéramos en marcha algunas de nuestras promesas electorales.

Cuando SM El Rey encargó a Alberto Núñez Feijóo la tarea de intentar formar gobierno, Sánchez y toda la heterogénea amalgama de partidos que se alimentan del mismo pesebre salieron a gritar las mismas consignas: pérdida de tiempo, investidura fallida, fracaso…

Perplejidad. Esa es la palabra que mejor encajaría con lo que he sentido tras el bombardeo en redes y medios –como la revista Siete Días- que el PP ha promovido sobre sus logros durante los primeros 100 días en el equipo de Gobierno.

Siempre he defendido que las acciones y proyectos municipales deben ser evaluados no por la afiliación política que los respalda, sino por el impacto positivo que generan en la vida cotidiana de nuestros ciudadanos. En este sentido, me enorgullece enormemente la reciente finalización de la 'Operación Asfalto', impulsada y aprobada durante mi mandato como alcalde de Alcobendas.