Opinion

¿Quién no ha llenado alguna vez el depósito de su coche en la gasolinera de San Sebastián de los Reyes donde trabajan personas con capacidades diferentes? ¿Quién lo ha puesto gasolina en su moto en el surtidor de Apadis? Creo que no hay nadie en nuestra ciudad que no conozca este proyecto tan bonito que da la oportunidad de trabajar e integrarse socialmente a estas personas maravillosas desde hace 25 años.

Muchos recordarán la ya mítica serie de Antena 3 “Manos a la obra”, en la que Manolo y Benito se enfrentaban a diversos retos de construcción, terminando todos ellos de forma desastrosa, pero saliendo sus protagonistas airosos y felices, llevándose el dinero de sus ingenuos clientes.

Adapto como título de esta columna la célebre canción de Joaquín Sabina porque refleja clara y concisamente en tan solo tres palabras, los peligros que acechan al campo de la información y, muy concretamente, en el ámbito de la llamada comunicación política. Amenazas derivadas del uso de contenidos desvirtuados, de un determinado uso de las redes sociales con fines interesados, la polución de la verdad que produce la sistematización en la creación de noticias falsas y la filtración de contenidos manipulados.

Bajar impuestos es fundamental para hacer de San Sebastián de los Reyes una ciudad de crecimiento y oportunidades. El dinero tiene que estar en el bolsillo de las familias y empresas para generar riqueza y dinamismo. Las arcas municipales no van a estar más llenas por mucho que se suba la presión fiscal. Al contrario, cuantos menos impuestos se paguen, habrá más empleo para nuestros vecinos, más empresas que inviertan en nuestra localidad, y mayor progreso, lo que generará mayores ingresos al ayuntamiento. Insisto: a menos impuestos, mayores oportunidades.

Lo grave no es que sean unos presupuestos malos, irreales, improvisados, con 43 millones de previsión de endeudamiento meteórico como cajón desastre de la incompetencia, de la falta de trabajo o de las dos cosas.

En estas semanas se está hablando mucho del gran ecosistema empresarial que contamos en Alcobendas. Somos la tercera potencia nacional en volumen de facturación por detrás de Madrid y muy cerca de Barcelona.

Las elecciones celebradas en Madrid el pasado mes de Mayo fueron las primeras a las que se enfrentaba Pedro Sánchez desde que consiguiera su extravagante investidura.

Tanto el títere ciudadano como el titiritero socialista, ambos son cómplices de su pacto, y de sus políticas acordadas con Podemos para aferrarse a la alcaldía.

Érase una vez un distrito olvidado. Sus vecinos, que tenían la mala costumbre de ejercer su libertad votando de forma abrumadoramente mayoritaria a opciones de centro/derecha (entorno al 90%, por un 8% de la izquierda), fueron durante años y años maltratados por un gobierno municipal del psoe y la entonces comunista IU -hoy podemita-; izquierdas que tenía a gala cobrarles el “mal voto” castigando los servicios públicos y las inversiones en la zona.

Alcobendas se ha transformado en un referente en España. De ser un municipio pequeño al norte de Madrid ha pasado a ser el lugar escogido por miles de personas para vivir y por decenas de multinacionales y centenares de empresas para instalarse. Un dato muestra la dimensión de lo que hablo: si la población actual de Alcobendas es de 118.000 habitantes, el número de trabajadores y trabajadoras dadas de alta en alguna empresa en Alcobendas es de 116.000. Es decir, cada día, una ciudad tan grande como Alcobendas viniese a convivir con nosotros.

Gobernar es priorizar y tomar decisiones, y así lo hace legítimamente el equipo de gobierno de Alcobendas. El equipo de gobierno ha tomado una decisión: arrinconar a las Casas Regionales de nuestro municipio asfixiando económicamente a todas ellas, sin darse cuenta de que su aportación social a nuestra ciudad es infinitamente mayor que la subvención que reciben para realizar las pocas actividades que les “dan permiso” desde el consistorio para realizar.