Hasta aquí, perfecto. Sin embargo, lo pasamos mal, a pesar de ser expertos en la conducción de vehículos de dos y cuatro ruedas eléctricas y de combustibles fósiles. Explicamos. Este tipo de vehículos son un auténtico peligro. No solo para los que los alquilan, sino para los transeúntes que caminan o circulan por las vías de Alcobendas y sus alrededores.
La explicación tiene diferentes factores. Uno, el puramente técnico y propio del patinete. Dispone de unas ruedas con un diámetro mínimo que transmite todas las irregularidades del terreno. Tiene el inconveniente de que ese pequeño escalón para subir a la acera se convierte en una colisión casi frontal. Demasiado riesgo, incluso para los que tienen una variación de dos centímetros.
Otro de los factores negativos es el sistema de frenos. Detienen mal, muy mal y arriesgado. Menos mal que la velocidad, en nuestro caso, no superaba los 19 kms/hora. Suponemos que estaría con la batería baja, porque no tenía fuerza para subir un desnivel como es el de la plaza del Centro comercial La Vega a la Plaza de la Menina. Tuvimos que ayudar con el pie.
Para colmo, la circulación por las aceras es un peligro, porque el patinete no hace ruido y los viandantes no lo perciben. Si salimos a la carretera, todavía es más peligroso. Los automovilistas tienen un respeto mínimo por este tipo de vehículos. Se suma el diámetro de las ruedas; una junta de dilatación asfáltica puede convertirse en una trampa.
En suma, un medio peligroso y mucho. Como juguete de entretenimiento puede servir, como transporte caro y peligroso. Cinco euros por para recorrer dos y pico kilómetros nos parece una exageración para un vehículo tan peligroso e incómodo.