La explicación es lógica por la conformación de un talante adquirido con el paso del tiempo y heredado a través de generaciones, de padres y madres a hijos y de abuelos a nietos. Porque las Fiestas las sentimos y las vivimos como parte de nuestra alma sansera y la percibimos como una seña de identidad de nuestro pueblo, una tradición arraigada y un símbolo de la ciudad que queremos no solo mantener sino mejorar y perfeccionar.
Pero si la grandeza de un pueblo se mide en esos comportamientos cívicos en las fiestas, mucho más valor y mérito tienen cuando esas anheladas fechas, por imperativos tan abrumadores como la pandemia de la COVID-19 y la preservación de la salud de nuestra gente, tienen con todo nuestro dolor y desazón, que aplazarse y suspenderse como ha sido la dura decisión de este año en aras del bien común y de la salud de nuestra población.
Hemos sido testigos de cómo en otras ciudades suspensiones festivas y feriales no han impedido imágenes lamentables de celebraciones individuales, de concentraciones callejeras sin orden ni medidas de seguridad y de actividades impropias y espontáneas no autorizadas, actitudes no ejemplarizantes y que corren el riesgo de provocar brotes de contagiados del maligno virus.
Y es que los sanseros y sanseras están demostrando que, en un momento de crisis sanitaria como la que sufrimos desde marzo y luego de salir de un duro confinamiento con medidas restrictivas, siguen comportándose como ciudadanía responsable y madura, anteponiendo la seguridad y salubridad a los lógicos y legítimos deseos de diversión, posiblemente este año más anhelados y necesarios que nunca.
Por ello, desde este medio, quiero trasladaros mi agradecimiento, reconocimiento y felicitaciones por la actitud ejemplar y edificante mostrada en esta ocasión.
Muy especialmente quiero que este mensaje llegue a los jóvenes de Sanse, con toda seguridad el segmento de edad que más sufre este “rapto” temporal e involuntario de nuestras fiestas. La juventud, en ocasiones demonizada injustamente, está dando un ejemplo en Sanse de civismo y de una responsabilidad enorme que merece ser reconocido públicamente.
Todo esto me asegura más en mis principios de que hay futuro en nuestra ciudad, de que hay energía y fuerza para seguir adelante y modelar tras esta crisis, un futuro mejor, más próspero y más feliz porque las generaciones que nos precederán son nobles, fuertes, resilientes, maduras y muy responsables, como lo han demostrado durante estos días pasados coincidentes con las fechas de las fiestas que tristemente no hemos podido celebrar.
Acumulemos fuerzas y ganas para las próximas que serán las mejores, sin ninguna duda, las mejores y las más grandes de las jamás celebradas… porque nos lo merecemos.