Evidentemente, llegar hasta aquí sólo puede entenderse gracias a la figura de alguien al que siempre llevaré en el corazón: Tomás Díaz-Valdés. Tomás fue una leyenda del Periodismo al que tuve el placer de conocer y con el que siempre me sentí querida y respetada. Creo que es obligación de todos poner en valor su legado.
Tomás fue un maestro de maestros. Sagaz, irónico, culto, irreverente, incisivo, moderno, rompedor, independiente, libre y único. Descubridor de Ángel Nieto y pionero del periodismo del motor, marcó el camino a muchas generaciones de grandes comunicadores y creó un estilo único, el del periodista de raza que no se casa con nadie salvo con la búsqueda de la verdad.
Al igual que todo lo que hizo en su vida, como director de La Tribuna, marcó también el camino. Puso en marcha un medio vivísimo, diferente, interesante, que siempre ha contado en sus páginas enormes exclusivas, que nunca se ha plegado a los intereses del Gobierno de turno, que ha buscado provocar la curiosidad del lector siempre, y que es un Referente. Con mayúsculas.
Tomás Díaz-Valdés falleció en marzo de 2020. Pero permanecerá para siempre en nuestro corazón y en la memoria de todos los que conocimos su maravillosa forma de entender el Periodismo, la política y la vida, en general. En este aniversario, vaya todo mi cariño y admiración hacia su familia, que ha continuado el camino que marcó alguien que hoy es ya una leyenda.