Comunismo sin líneas Rojas

Ahora se excusan en un buenismo indecente que proclama que “no hay líneas rojas”, que lo que importa “son las personas”. Todo al más puro estilo del gobierno frankenstein de la Nación, donde caben podemitas, bildus y esquerras de toda ralea si con ello se amarra un sillón inmerecido.

Las líneas rojas son los principios y los valores. Las personas, por supuesto, siempre dignas de todo respeto en la legítima defensa de los postulados que cada uno profese. Pero las líneas rojas han de existir y ponerse exactamente en su sitio: España es España, no se toca; el Rey es el Rey, no se toca; la Constitución es la Constitución, no se toca; nuestro estado de derecho, nuestras liberdades, no se tocan.

Y, de arriba abajo, los valores deben impregnar la actuación toda de un responsable político y, como no, del primer edil de una ciudad como Alcobendas.

Pues ya ven que no. “No hay líneas rojas”, amable exabrupto que proclamó en su investidura el ya alcalde naranja de Podemos y Psoe en comandita. Los que se decían garantía de evitar extremos, ahora cambian… hasta el extremo.

Sin líneas rojas, en la corta distancia, renuncia a ser lo que dijo que era porque “no hay líneas rojas” y abjura del centro-derecha, como abjura de ser liberal y olvidará -ya ha olvidado- la contención del gasto, la racionalización de la administración , la apuesta por las empresas, por la iniciativa privada que genera empleo, bienestar y consumo.

Olvidará que postulaba esa fe política que conlleva actividad y crecimiento; y, con ello, más recaudación, más medios para atender los servicios públicos y a quienes más lo necesitan, más solidaridad, más acción social en consecuencia.

El pintón traje naranja de apariencia liberal… ¡qué fraude a los vecinos de Alcobendas!