Me emociono al recordando a tantas familias quitando la nieve con los escasos medios de los que disponían, incluso sus propias manos, de las aceras, los portales, las entradas de centros de salud, o las puertas de farmacias, supermercados y comercios esenciales. Tampoco olvidaré nunca a tantos jóvenes ayudando a los colectivos más vulnerables para que nadie se quedara sin los alimentos o los medicamentos que necesitaba. ¡Y qué decir de los sanitarios, los empleados de supermercados, farmacéuticos, comerciantes, transportistas, y tantos y tantos vecinos que acudieron a sus trabajos arriesgando su integridad en los momentos más críticos para que la vida pudiera continuar!
Evidentemente, mi gratitud es inmensa hacia los servicios de emergencia que prestaron en Sanse un servicio que jamás olvidaremos en uno de los episodios más cruciales de nuestra historia. Se me saltan las lágrimas al recordar el trabajo de voluntarios de Protección Civil, Policía Local, trabajadores de limpieza, operarios de parques y jardines, de limpieza viaria, bomberos, empresas particulares, Guardia Civil y Policía Nacional, entre otros, que se dejaron la piel en numerosos frentes, en condiciones durísimas y sin descanso. La ciudad de San Sebastián de los Reyes siempre les estará eternamente agradecida.
La tremenda nevada ya pasó, aunque sus consecuencias perdurarán algún tiempo aún. Pero nos deja una tremenda lección de solidaridad, valor y entrega de nuestros vecinos. Todos a una remando en la misma dirección por el bien común. Con humildad y sacrificio.
¡Qué gran lección!