Con un modelo de trabajo, una forma de gobierno, y un desparpajo espontáneo en la expresión que generó una inusitada y desbordante ilusión. Una ilusión que -con sello propio- proyectó su modelo y forma de gobierno, el del Partido Popular de la Comunidad de Madrid, mucho más allá de las propias siglas del partido… y mucho más allá de los propios límites de la región, poniendo en jaque al mismísimo gobierno de Sánchez, ese morlaco franquenstéin -peligroso mansón- que se desespera con los capotazos de la líder madrileña.
Desde ese su mérito ganado a pulso, se propuso -nos propuso- encabezar el cartel del PP regional… y generó afición; y generó ilusión… al tiempo que envidias de grisáceos mediocres. Novilleros del tres al cuarto -cuadrilla traidora- que desde la gestora regional de Madrid, y la dirección nacional en la sombra, quisieron por la espalda provocar la cogida de la líder, empitonar a la “maestra”. Y ordenaron silencio en sus gestoras y cuadrillas traidoras. Sin embargo, mientras algunos -traidores o equidistantes- callaron; otros alzamos la voz para defenderla en el impás de la embestida y a cara descubierta.
No pudieron con ella. Ayuso se volvió y colocó el estoque en su sitio, en lo alto, en la yema. Cuando la querían muerta, ella dejó la puerta grande abierta.
Por fin cartel nuevo, sin cuadrilla traidora. De la mano de Feijóo, la dirección nacional se renueva. Un halo de lealtad que retorna, de ilusión, de liderazgo fajado en la tierra y en la experiencia.
Ahora toca congreso nacional, después el regional y, a continuación, las asambleas locales para poner fin a las gestoras de cuadrillas y a la endogénesis de las gestoras de gestoras.
Con ilusión renovada, renovar equipos, valorando esfuerzo, trabajo y experiencia. Fuertes en los principios y valores. Lealtad mutua y con España.
De la mano de Feijóo y de Ayuso, el PP recupera su fuerza. Comprometo mi esfuerzo en ello también en Alcobendas.