Hubo una época en la que se decía que cuando El Corte Inglés se constipaba, España cogía una pulmonía. Sin embargo, la falta de previsión y de confianza en los nuevos métodos de comercialización están atentado seriamente a nuestro gigante empresarial. Su deuda, en el primer trimestre del pasado año, era superior, a los 3.000 millones de euros. Esto ha obligado a la empresa deshacerse de parte de sus activos inmobiliarios y reducir su plantilla. Los últimos cierres realizados durante este verano, incluido Bricor, han permitido salvar 600 millones de euros y la compañía sabe que su gran cartera de ladrillo en propiedad, valorado en 17.000 millones, es el mejor sostén al que agarrarse con el objetivo de asegurar su futuro.