Siguiendo con Sanse, hace unos días me gasté treinta euros en gasolina y apenas me dio para ir al trabajo media semana. Inocente de mí, tuve que volver a echar gasolina a los tres días. Hace no mucho, con ese mismo dinero me daba para siete días. O podía comprar en el súper una compra en condiciones. Pero ahora todo está carísimo: el combustible, la cesta de la compra, la luz…todo ha subido una barbaridad. ¿Y qué hace la administración más cercana, nuestro Ayuntamiento, para ayudar a sus vecinos? Nada. Bueno, o mejor dicho, subir todos los impuestos que puede. ¡Ah!, y cosas chulísimas como gastarse 20 millones en asfaltar la superficie por donde pasan los coches y otros 6 millones en hacer un campo de rugby. Cosas muy necesarias. ¡Con la que está cayendo!
Mientras muchas ciudades de nuestro entorno apuestan en plena crisis por construir vivienda pública de alquiler para los jóvenes, priorizan el apoyo a la creación de empleo, crean programas de apoyo a la generación y apoyo a las empresas, refuerzan sus servicios sociales, aumentan la limpieza y la seguridad de sus calles, o refuerzan la atención a los vecinos, en Sanse estamos sin rumbo. Y así nos va. Quienes forman parte hoy del equipo de Gobierno están cada día más alejados de la realidad. A las pruebas me remito. ¿Alguien al mando?