Al atacar directamente su capacidad de reproducción, se consigue disminuir el tamaño de la población y su tasa de crecimiento. Además, tras someter a un gato a este procedimiento, se le hace un estricto control y se les deja una marca en la oreja para facilitar su identificación.
Se ha puesto en marcha este plan porque la proliferación descontrolada de gatos está provocando molestias a los vecinos y, además, se consiguen mejores condiciones higiénicas de los animales, evitando riesgos para la salud pública.
Se pide a los vecinos una buena relación con los alimentadores autorizados, ya que gracias a ese trabajo se consigue que los gatos estén sanos y se evita su tendencia errante en la búsqueda de comida.