Sin embargo, vivimos un momento en el que se intenta crispar a las personas, se hace mucho ruido y se hace pensar a las personas que nos llevamos mal como quizás reflejan los plenos.
En la última sesión plenaria asistimos a discusiones con mal tono, e incluso con algún insulto. Ante esto solo puedo pedir disculpas a los vecinos que nos ven y nos oyen.
Quiero que sepan que en numerosas ocasiones, una vez que termina el pleno hay buena armonía entre los concejales, que luego nos vamos a tomar café o un cóctel juntos con la mejor de las sonrisas e incluso hablando de cosas personales y amigables.
Es una pena que crispemos a la sociedad por los dichosos votos, yo no quiero hacer política en negativo, ni decir que alguien es “patético” cómo un concejal dijo a otro en este último pleno. Quiero demostrar que soy un buen gestor, el mejor, no que los demás son “malos”, quiero demostrar que quiero a Alcobendas y que trabajaré sin descanso para mejorar nuestra ciudad, y por qué no, nuestras sesiones plenarias.