El pasado lunes nueve de enero, los colegios situados en el distrito Urbanizaciones volvieron a abrir sus puertas al alumnado. Con el regreso, retornan a las clases los más de 16.000 alumnos que cursan sus estudios en el antaño barrio Siete. Con su vuelta, vienen a colación algunos de los efectos colaterales que traen consigo la multitud de centros escolares que existen en el interior de las urbanizaciones de Alcobendas.
Sin lugar a dudas, el principal problema que se genera por el funcionamiento de los colegios es el tráfico. La problemática ubicación de casi todos los centros en dos manzanas, y la masiva afluencia de estudiantes de fuera que cursan sus estudios en esta zona de referencia colapsa las principales entradas y salidas del distritos a determinadas horas punta. Además, la coincidencia de la hora de entrada a los colegios con el horario de las empresas provoca auténticos embudos.
Las principales retenciones se vuelven a producir en los puntos habituales, es decir, en todas las entradas a La Moraleja y El Soto, especialmente los accesos por Arroyo de la Vega, la carretera de Barajas y la Plaza del Soto. A este hecho se une la utilización de las vías del distrito como ruta de paso mediante la que acortan su destino a sus respectivos lugares de trabajo. Por este motivo, y como novedad desde hace varios meses, la policía local de Alcobendas está desviando lo máximo posible a este tipo de vehículos por otras vías que no colapsen las urbanizaciones. Con esta finalidad, la concejalía de Seguridad y Tráfico del ayuntamiento de la ciudad ha realizado un exhaustivo trabajo en colaboración con los colegios y apoyándose en las cámaras de Tráfico y lectores OCR, cuyos resultados han permitido entregar pegatinas de identificación a los automóviles que acceden desde fuera del distrito a dejar a sus niños en el colegio o a desempeñar sus funciones laborales en empresas situadas en en esta zona de Alcobendas. Con esta medida se han conseguido reducir en 8.000 los vehículos que entran en el distrito.