Los Premios Goya respaldaron la película española seleccionada para el Oscar al mejor film de habla no inglesa, con la película de J.A. Bayona obteniendo una docena de estatuillas. La protesta de los agricultores y la presencia destacada de Penélope Cruz en la alfombra roja también fueron mencionadas. Robot Dreams también recibió dos galardones y competirá en Hollywood. La película "La sociedad de la nieve" obtuvo premios técnicos y Jose Coronado fue reconocido como mejor actor secundario. Netflix se aprovechó del éxito de la película que no tuvo éxito en taquilla. Los documentales sobre el alzhéimer también tuvieron éxito en la noche de los Goya. Sigourney Weaver recibió un homenaje internacional y Juan Mariné recibió el Goya de honor a sus 103 años.
No es frecuente que los Premios Goya respalden a la película española seleccionada para luchar por el Oscar al mejor film de habla no inglesa. En esta ocasión, la docena de estatuillas que respaldan la película de J.A. Bayona supone un cierre de filas inusual, completados por los dos galardones de Robot Dreams, que también luchará en Hollywood.
La fría noche vallisoletana comenzó a templarse con la protesta de los agricultores y subió de temperatura en la alfombra roja. Mucho glamur, éxito del rojo y negro y la destacada presencia de la siempre elegante de Penélope Cruz. Con su clase y su vestuario parece jugar en una liga aparte. Después, los Javis, ese dúo que tiene ganado al mundo del espectáculo de este país. Triunfan en televisión, menos en el cine y como anfitriones de unas veladas donde se cita en su casa todo el que pinta algo en el sector patrio. Además, saben como llegar al gran público.
La sorpresa se diluyó muy pronto. La cesta de La sociedad de la nieve se retroalimentaba y los huevos iban cayendo uno a uno. Se llevó todos los premios técnicos, desde el maquillaje y peluquería hasta la fotografía. Se dejaba la mejor canción, que hizo justicia a Te estoy amando locamente, la mejor comedia del año. Hasta Jose Coronado subía a los altares como mejor actor secundario. No es el mejor trabajo de su carrera, pero ya lo merecía. Se elevaba la sombra de 20.000 especies de abejas, destacada en Berlín y la mejor ópera prima del año.
El éxito de la historia que narra la tragedia de Los Andes contrarrestaba las palabras de Bayona antes del comienzo de la gala, que reivindicaba el cine en el cine. No olvidemos que su film no obtuvo el refrendo en taquilla y de ello se aprovecha Netflix, su productora. Pero si fuera por declaraciones, el que regó fuera del tiesto fue Pedro Almodóvar, asegurando a la cabeza visible de Vox en Castilla-León que el cine español devuelve el dinero de los anticipos (subvenciones) con creces. ¿Cuándo? Lo dijo sin inmutarse quien, al parecer, tuvo una offshore en Panamá.
Los Goya de interpretación estaban cantados. David Verdaguer, como Eugenio, era indiscutible y a Malena Alterio solo le podía hacer frente María Vázquez por Matria. Tras unos números musicales de alto voltaje, especialmente la versión de Mi gran noche, a cargo de Amaia y David Bisbal, llegó la apoteosis. Robot Dreams, la mejor animación del año, se llevó el respaldo de la Academia en ese apartado y dejó sin los laureles del mejor guion adaptado a La sociedad de la nieve, que se resarció con los de mejor director y película. Por primera vez, un producto de Netflix se hace con el premio gordo y la pedrea.
El fulgor de la noche no puede ocultar el éxito de dos documentales con el alzhéimer como referencia. Mientras seas tú trae a primer plano la enfermedad que afecta a Carmen Elías en una propuesta sentida a cargo de su amiga Claudia Pinto. El mejor film iberoamericano fue La memoria infinita, que protagonizan una actriz y ex ministra de cultura y su esposo, un acreditado reportero, que lleva ocho años luchando con su mal. Justo el triunfo de Anatomía de una caída como mejor europea, ye O corno, ganadora en San Sebastián se llevó el de mejor actriz novel. Restan los homenajes. Para Sigourney Weaver fue el internacional. A sus órdenes, teniente Ripley. Y para el director de fotografía Juan Mariné, con 103 años, el Goya de honor.