La situación en Gaza alcanzó hace demasiado tiempo un punto insoportable. Día tras día miles de personas sometidas a una insufrible tortura que conmueve profundamente a cualquiera con un mínimo de sensibilidad. Niños, ancianos, mujeres y hombres civiles atrapados en medio del conflicto, muriendo de hambre y sed o destrozados por los bombarderos, soportando penalidades inimaginables y sin ninguna esperanza en su futuro. Una realidad incuestionable, por mucho que las únicas imágenes que nos llegan sean difundidas por Hamás.
“De la misma forma que la tragedia es real, también lo es que esta terrible situación la originó un grupo terrorista, Hamás, sabiendo cuál iba a ser la reacción de Israel después de su devastador ataque de Octubre de 2023. Y tampoco parece cuestionable que esta sangrienta horda utiliza a los niños y mujeres como escudos humanos, al tiempo que roba los suministros humanitarios y se esconde en los hospitales.
Todo ello debería ser causa de una reacción mundial a favor de una paz inmediata, pero de nuevo lo peor de la política se la impuesto a la razón.
Ahora no eres social y políticamente aceptable si no denominas a esta barbarie con el nombre que algunos han comprado para su campaña. Y en ciertos casos una parte de la izquierda, tradicional enemigo de Israel, le dedica más esfuerzo a etiquetar y dividir que a buscar caminos hacia el fin de este horror.
Es el gobierno legítimo de Israel el que está perpetrando esta devastación, no el pueblo de Israel. Pero hay mucho interés en no dividir las responsabilidades. De nuevo aparecen disimuladas estrategias para atacar a un pueblo perseguido por siglos, reconocido por la comunidad internacional como Estado en 1948, pero siempre utilizado por algunos como objetivo a abatir.
En el otro lado, es necesario señalar con claridad que Hamás no es un actor que busque la paz. Es una organización terrorista que ha hecho del odio hacia Israel su razón de ser, cuyo objetivo declarado es destruir ese Estado. Sus atentados, secuestros y ataques indiscriminados son también crímenes contra inocentes. Denunciar la violencia de Hamás no contradice la exigencia de frenar la respuesta desproporcionada que hoy destroza Gaza. Al contrario: ambos rechazos son parte de una misma coherencia ética.
No solo está en juego la vida de miles de palestinos e israelíes, sino también la dignidad de la comunidad internacional. Tratar de aprovechar este baldón en nuestra historia para obtener un rédito político está cerca de integrarte en el conflicto. Y mirar hacia otro lado también equivale a ser cómplices de un sufrimiento inaceptable.
Quien pretende obligarnos a definir este infierno con el mismo término que siempre se utilizó para definir el exterminio de los judíos, no es inocente.”