El 6 de diciembre de 1978 marcó un antes y un después en España. La redacción de la Carta Magna supuso el reconocimiento de las libertades y de los derechos fundamentales, poniendo fin a una dictadura....
También asentó las bases de un modelo territorial, garantizando el ejercicio de la política más cercana: la de los ayuntamientos. En estos 40 años, el sistema democrático español se ha hecho firme y hemos progresado como país. Sin embargo, ni la ciudadanía, ni los gobiernos, ni las relaciones entre éstos son los mismos que en aquel diciembre. Por eso, este aniversario debe guiarnos hacia una reflexión conjunta, para que los cimientos establecidos sigan sosteniendo nuestra convivencia.
La Constitución, un texto al servicio y protección de la ciudadanía, debe ser una herramienta que se adapte a las circunstancias, esto es, a las nuevas maneras de ser y actuar de la sociedad. Ahora tenemos un reto común para preservar lo mejor de este documento, que dio respuesta a las necesidades y problemas de la época, y actualizar y reinterpretar todo aquello que nos limita y que no se previó hace cuatro décadas. Para los gobiernos locales, por ejemplo, es vital que la Constitución incorpore un reparto de competencias totalmente diferente en materia de educación, sanidad o economía. En definitiva, considero que un nuevo marco que de respuesta a las demandas de las personas y que revitalice nuestra democracia es posible.
Opinión de Rafael Sánchez Acera/Portavoz PSOE Alcobendas/Tribuna de La Moraleja/Diciembre 2018