Tras un largo confinamiento, las calles, las terrazas o las playas se han ido llenando de ciudadanos con ganas de disfrutar de la libertad de la que fueron privados durante tres meses. Sin embargo, esto supone un incremento del riesgo de contagio de covid-19 bajo una norma básica: a mayor concentración de personas mayor probabilidad de contraerlo.
En primer lugar, cabe destacar que para que una persona se infecte de coronavirus, debe recibir una dosis suficiente de partículas víricas. En el caso del coronavirus SARS-CoV2, la cifra de partículas que debe recibir varía en torno a 700 y 3.000, ya que tiene una tasa de transmisión más alta que otros virus.
Cuando una persona tose, se pueden expulsar unas 3.000 pequeñas gotas de partículas víricas que viajan a alrededor de 80 kilómetros por hora. Por otro lado, un estornudo común emite unas 30.000 gotas que salen a unos 322 kilómetros por hora. Por ello, al toser o estornudar se puede liberar hasta 200 millones de partículas víricas, mientras que al hablar la cifra es de en torno a 200 por minuto.