El “niñato”, el señor y los beneficiados

Había expectación con el debate a dos. El cara a cara entre Rajoy, presidente del Gobierno y el líder de la oposición y candidato a la presidencia, Pedro Sánchez, Más de nueve millones de espectadores dicen los medidores de la “caja” que vieron el esperado debate. Esto al principio, porque a medida que iba transcurriendo el “combate” la gente fue cambiando a los canales de entretenimiento.

La conclusión final a la que han llegado una mayoría de los que estuvimos viendo hasta el final, con debates posteriores a la intervención principal, es que habíamos visto a un niñato, a un señor y dos beneficiados frotándose las manos.

En efecto. Todo comenzó con normalidad, hasta que el representante del PSOE comenzó con su retahíla de insultos a su oponente. Este, aparentemente nervioso, no esperaba ese nivel de acusaciones. Quizás este fue el motivo del “tú más” y repeler los golpes bajos con calificativos como mezquino y miserable. Unos adjetivos, a nuestro modo de ver, demasiado blandos como respuesta al apuñalamiento dialectico que Pedro Sánchez asestaba a Mariano Rajoy.

Estoy seguro que muchos de los espectadores, bregados o no en cultura política, se sorprendieron de este combate a muerte entre los candidatos. Era, fue evidente, que Pedro Sánchez tenía que jugársela a una sola carta. Los resultados en el debate a cuatro le habían colocado en la última posición de los contendientes que luchan por la presidencia del Gobierno de nuestra querida España. No tenía otra salida que poner sobre la mesa el arma letal: La corrupción. Acusó y humilló a Rajoy llamándole indecente y responsable de corromper a su partido. Entre otras sucias expresiones.

Estábamos viendo a un niñato empleando los adjetivos más duros contra su rival. Un señor que estuvo tentado –al menos era lo que parecía- a contestarle con la misma dureza. Sin embargo, debió contar hasta a diez. Templó sus nervios para demostrar a los indecisos una postura mucho más acertada y coherente.

Al final, los dos han sido los más perjudicados en el debate “Cara a Cara” que había montado la Academia de Televisión, con su presidente, Manuel Campo Vidal, al frente de la moderación. Como ha comentado, Pablo Iglesias, el “coletas”, refiriéndose al organizador, fue el primero en esta tipo de debates y ha firmado su sentencia final con esta representación, donde su intervención como moderador fue más que nula, inexistente.

Pero vayamos a los hechos definitivos. Las consecuencias de este enfrentamiento a cara de perro. ¿Quién fue el ganador? La respuesta es contundente: los beneficiados han sido Albert Rivera y Pablo Iglesias. Sin estar en el debate, viéndolo en sus respectivos “box” de “La Sexta”, habían ganado el combate. Han sido los más beneficiados del ridículo de sus “mayores”. Deben estar frotándose las manos con la demostración de los líderes de los partidos con mayor representación en el Congreso de los Diputados.

Ciudadanos y Podemos ya tienen carnaza suficiente para descuartizar a los adversarios en los mítines que quedan por celebrarse. Ya empezaron en los debates posteriores al “Cara a Cara”, a pesar de no estar en el guion de sus respectivas estrategias electorales. Ahora tienen materia prima suficiente para descalificar a sus oponentes. Rivera y Iglesias tienen en su caja de los truenos los argumentos para atacar sin utilizar –como se dice en el argot pugilístico- los golpes bajos.

Ahora el gran protagonista, la decisión final, la tiene el electorado. La mayoría ya tiene decidido el voto antes de mítines y espectáculos varios. ¿Pero qué sucede con los indecisos? ¿Han convencido las actuaciones del niñato, el señor y los beneficiados? Los resultados serán los definitivos. Es mucho lo que está en juego.