Uno de los peritos de la Policía Científica salió del laboratorio-móvil y con un gesto ostensible de furia, arrojó al suelo los guantes de látex. Fue el primer indicio de que el drama que mantenía en vilo a los argentinos había tenido un trágico desenlace. Al cabo de un rato, Carola Labrador emergió del mismo furgón, sostenida por un familiar. "Prometiste que me la devolverías con vida", gritó esa madre, asiendo por la solapa a Daniel Scioli, el gobernador de la provincia de Buenos Aires, que en su conmoción ni siquiera intentaba zafarse.
Al ver a la madre en ese estado, los periodistas y los curiosos que se agolpaban junto al vehículo, entendieron que el cuerpo sin vida que los peritos examinaban, correspondía a Candela Sol Rodríguez. Pese a que tenía el rostro desfigurado, su madre no tardó un instante en reconocerla.