El éxito de Enrich es la unión de dos cabezas pensantes, que no sólo comparten negocio, también colchón y una buena pandilla de niños. Por un lado todo lo relacionado con la gastronomía y el producto que aporta Víctor y por el otro, el buen hacer con la decoración o las relaciones de María Vega de Seoane. A esta pareja deberíamos sumar el desparpajo y la profesionalidad de Carmen González Carralero que provenía del Ramsés pero que ha pasado por varios restaurantes internacionales de prestigio. De todas formas, no entendemos cómo este restaurante se mantiene en un lugar caro, de alto coste, con su limitada clientela.