Partido inolvidable el que se vivió anoche en El Madrigal entre el Villarreal y el Nápoles. Toda una fiesta del fútbol entre dos equipos que fueron de cara a por la victoria que le diera el pase a los octavos, sin reservas, a tumba abierta. Y en ese choque de colosos, el triunfo fue para un Villarreal sobresaliente. Soberbio en su fútbol, generoso en su esfuerzo y con esa pizca de suerte que siempre hace falta para decantar partidos como éste. Porque fue el Nápoles el que golpeó primero con un tanto de Hamsik que premiaba la mayor intensidad y claridad con la que habían arrancado los italianos. Pudieron sentenciar en el 27 en un mano a mano de Lavezzi que detuvo Diego López. Ese toque en la campana hizo despertar al Submarino.
Porque el último cuarto de hora antes del descanso fue, simplemente, sublime. Emergió Valero para asistir a Nilmar y que éste marcara el 1-1. Después, el brasileño se vació recuperando un balón en la medular que acabó en las botas de Rossi para hacer el 2-1 con Zúñiga desviando el balón. Locura en un Madrigal que necesitaba disfrutar, de nuevo, de otra gran noche en Europa.