Rafa Nadal entregó hasta su última gota de energía antes de ceder el lunes su corona del US Open ante Novak Djokovic. Y, nada más hacerlo, se montó en el avión privado fletado por la Federación Española de Tenis (RFET) con destino a la Copa Davis en Córdoba, donde llegó ayer acompañado por sus padres, su novia Xisca y su hermana Maribel. Nacho Muñoz, médico federativo desplazado a Nueva York, y Rafa Maymó, su fisio, comenzaron el trabajo de recuperación: batidos de proteínas, mucha agua (el tenista perdió unos tres kilos), pasta e inductores del sueño para mitigar el cambio horario. Pero es casi imposible que pueda jugar el viernes y lo normal es que se le reserve para un eventual quinto punto el domingo. Verdasco y Ferrer serán los encargados de abrir la semifinal ante Francia.
"Mentalmente estoy bien, pero físicamente va a ser complicado. Los milagros no existen. Mi ilusión es jugar, pero no puedo lesionarme. Si no fuera porque represento a mi país, no haría el esfuerzo. La Davis no ayuda con partidos a cinco sets y un cambio de superficie", se sinceró Rafa. "Ha acabado muy cansado -confirmó Toni Nadal-. El objetivo es recuperarle, pero va a estar muy justito".