Premio Nacional de Fotografía 2006, el desaparecido Pérez Mínguez (falleció en Madrid en 2012), fue uno de los artistas y fotógrafos más relevantes del último cuarto del siglo XX en España, cuando a partir de 1975 se inicia una transición política y cultural radical de la que él forma parte protagonista, como artista, como agitador, como aglutinador y como persona, generosa, divertida y siempre invitante a sus proyectos, como Photocentro, y a sus revistas, como Nueva Lente, por poner dos ejemplos emblemáticos. Durante los años de la Movida Madrileña participó activamente siendo uno de sus fotógrafos más destacados. Realizó retratos a la mayoría de sus protagonistas con un estilo muy personal, además ha producido una parte importante del material gráfico de la movida. En su estudio se realizaron diferentes actividades e incluso se rodaron escenas de la película Laberinto de Pasiones, de Pedro Almodóvar.
Según explica el comisario de la exposición, “Pérez Mínguez fue, antes que nada, un gran retratista. Y así le gustaba a él mismo verse”. Para él, fotografiar era “participar de una ceremonia de posesión articulada en torno a ‘un poder hipnótico’ que le permitía producir el retrato. Pablo disfrutaba de ese ‘fantástico poder de fascinación’ que le permitía desnudar el alma de aquellos que se ponían a su disposición. Porque para Pérez Mínguez la fotografía era vida, algo antiestático y mágico que convertía a su famoso estudio de la calle Monte Esquinza en '’una mezcla de Freud y de Cabaret’. Su lema favorito era “Hay que vivir la fotografía”.