Por ello, ahora nos encontramos con un partido constitucional, Ciudadanos, triunfador con más votos populares y escaños. Pero, al mismo tiempo, derrotado por los partidos separatistas catalanes. Un resultado que fortalece a los partidos anti constitucionales, aunque queda claro que Cataluña continúa dividida por la mitad. Miles de votos arriba o miles de votos abajo, esta es la triste realidad.
De nada va a servir la euforia y la extraordinaria victoria de Ciudadanos. No cuenta con el apoyo necesario para gobernar, pese a ser el partido más votado. Las leyes electorales tienen estos sinsabores. El triunfo puede convertirse en fracaso, como es el caso. Muchos piensan ahora porque no se cambia de una vez la manida ley electoral para que el voto de cada persona tenga la misma importancia vote donde vote. En Cataluña, se siguen primando los votos en zonas menos pobladas y para conseguir un escaño en Gerona, por ejemplo, hay que sumar 35.000 votos, mientras que en Barcelona hay que sumar 100.000 para conseguir el mismo botín. No tiene mucho sentido esta relación de causa y efecto. La única explicación para poder entender porque los grandes partidos ( PSOE, PP) no han modificado esta situación cuando han tenido mayorías absolutas, es que se han beneficiado de la misma. La novedad, en este sentido, es que las mayorías absolutas tardarán en volver y se van a arrepentir de no haberse atrevido a cambiar este anacronismo electoral.
Y lo peor de todo este conglomerado es que puede extrapolarse a nivel nacional. Un importante toque de atención para los populares. Y lo digo porque es la primera vez que el voto útil cambia de bando. Además, ha quedado claro que los jóvenes que apuestan por el centro y la derecha, pese a la posible influencia paternal, parece que se van a decantar por votar a Ciudadanos en las próximas elecciones.
Por otra parte, el fracaso del Partido Popular es más que evidente. Mucho tendrá que hacer para mantener su preponderancia. Las nuevas generaciones quieren cambios y estos no se producen desde hace años. De aquí el éxito de Ciudadanos y los partidos emergentes.
El político no puede aferrarse a la silla por los siglos de los siglos, amén. Deben dar paso a gentes con nuevas ideas, más en consonancia con los tiempos actuales. Que se manejen en las nuevas tecnologías por lo que sienten, no por enseñanzas obligadas y de última hora. Este ha sido el fracaso de muchas empresas que vemos como se han ahogado y se ahogan sin salvavidas. No atendieron las sugerencias de los jóvenes y perdieron el tren del avance tecnológico.
¿Quién podía imaginarse hace años que compañías como Kodak, Sony, Philips, entre otras muchas, quedarían bajo mínimos con la llegada de las cámaras digitales, los móviles y los smartTV?
En política, como en los medios de comunicación, está sucediendo lo mismo. Los grandes rotativos en papel, “El País”, “El Mundo”, “ABC”..., medios que marcaron una época, están siendo superados en atención informativa por diarios digitales de nuevo cuño. Solo tienen como clientes a los ancianos del lugar. Los jóvenes no compran periódicos en papel. Se informan a través de Internet
El mundo ha cambiado. Ha dado un giro de 180 grados. Lo de hoy no tiene nada que ver con lo de ayer. Los resultados de estas elecciones son un claro ejemplo de lo que decimos. El ciudadano está harto de mentiras. De promesas incumplidas. De reacciones partidistas. De políticos caducos. Hay que actualizarse.
Observando y escuchado a la Arrimadas, la gente se da cuenta de la necesidad de ese cambio. Está hasta las narices de encontrarse con políticos cuyo único objetivo es llenarse los bolsillos en el menor tiempo posible. A costa de los demás y de sus propios compañeros. Bien es cierto que estas nuevas generaciones –al menos que se sepa- no actúan de la misma manera. Saben lo que se juegan.
Después de los resultados de Cataluña, me temo lo peor. ¿Cómo va a afrontar el Partido Popular el futuro? Difícil lo tienen. Unos dicen que el dialogo. Sería lo más coherente, pero tiene muchas dificultades. Los separatistas están crecidos con estos resultados. Son conscientes que van a gobernar en Cataluña. Lo dan por hecho. La Ley les protege. Y la mitad de los catalanes –no la mayoría como ellos dicen- les apoyan. Las dificultades están ahí. Complicado, muy complicado.
Y como dice ese sabio refrán castellano: “Cuando las barbas de tu vecino veas cortar…”