Es una medida que el Ayuntamiento lleva madurando desde hace años, fundamentalmente desde el momento en que adquirió la categoría de Gran población y, siguiendo los pasos de otros históricos estados europeos, como el Estado Vaticano o la Serenísima República de San Marino, constituirse en Cantón independiente, con su propia fiscalidad (como las Islas Cayman o Gibraltar), su cámara parlamentaria y una Jefatura de Estado.
El Ayuntamiento ha puesto en manos de eminentes juristas, de reconocido prestigio internacional, como el holandés Van Deervaden y el alemán Otto von Ristofen, el texto constitucional que, con suma cautela, un grupo de estudiantes de derecho de la localidad ha esto preparando durante los últimos dos años.
Los padres de la Carta Magna de Sanse, como les gusta llamarse a sí mismos, han mantenido reuniones secretas con varios partidos independentistas, con el fin de aunar estrategias y defender, frente a la previsible oposición de Estado español, una estrategia común.
“Hemos palpado el pulso de la calle”, ha comentado Sebastián Apodaca, uno de los redactores de la Carta Magna sansera, “y el vecino de Sanse, mayoritariamente, está por la autodeterminación. Creemos que estamos acertados cuando proponemos”, prosigue Apodaca, “un modelo cantonal y renunciar a la zona Schengen, fundamentalmente pensando en la invasión de refugiados de otras localidades vecinas que llenan nuestras calles y plazas durante las fiestas del Cristo de los Remedios”.
Precisamente alrededor de las figuras del Cristo de los Remedios y del santo patrón, San Sebastián Mártir, se ha producido cierta controversia, pues hay división de opiniones sobre la laicidad o confesionalidad del nuevo Estado. Finalmente, parece que se ha impuesto la idea de mantener el nombre de la localidad, pero añadir un eslogan al nuevo Estado, siguiendo el espíritu de la Francia Revolucionaria: Somos parecidos, pero no iguales; somos fraternales, pero no panolis; nos gusta la libertad, mas no el libertinaje.
En este camino hacia la independencia que Sanse acaba de emprender, el Ayuntamiento ya ha abierto una sede consular en la localidad más cercana, con el fin de que sus vecinos puedan acceder a un permiso especial que les otorgue la posibilidad de ver a sus familiares y amigos de Sanse. “No queremos repetir”, hace hincapié Sebastián Apodaca, “los errores que se cometieron durante la guerra fría. No deseamos un muro de Berlín en la Avenida de España”.
Por último, una de las primeras medidas que se van a desarrollar es que este proceso de autodeterminación no acabe aquí. Sanse se transformará en un Cantón radicalmente demócrata y aprovechando la sede de IKEA en la ciudad, se propone llevar a cabo una campaña con la multinacional sueca para que todas las urbanizaciones, barrios, comunidad de vecinos o portales con número propio puedan constituirse en subcantones y decidir su propio futuro.
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