Simplemente basta con acceder mediante un paseo para ver la retahíla de cosas que hay tiradas en este punto geográfico. Por ver, encontramos, desde los antiguos bancos del parque de la calle Azalea, evidentemente estos utensilios los ha debido tirar alguien que trabajaba antiguamente en la entidad de conservación del Soto, hasta fluorescentes o cualquier resto que se pueden imaginar que se producen cuando se realiza una obra.
Tampoco faltan los retretes de un lavabo o las ya clásicas en estos lugares, neumáticos de coche. También destacan en este paraje las montañas de escombros que vehículos procedentes de determinadas obras han tirado sin ton ni son en este lugar.
Desescombrar en lugares no permitidos es una ilegalidad flagrante y en este caso, debe tomar cartas en el asunto la Policía local del distrito de Hortaleza, además del grupo correspondiente del Cuerpo Nacional de Policía.
Los motivos de una actuación de las autoridades deben ser una prioridad pues esta zona en cuestión es lugar de paso de corredores, ciclistas, familias paseando, además de conductores de motos de campo y algún que otro jinete a lomos de los caballos de la Escuela de equitación “La Moraleja”, antaño Pony Club.
Parcelas privadas
El problema que tienen las autoridades para actuar ante semejantes casos suele ser siempre el mismo, y no es otro que la picaresca que utilizan para desescombrar, ya que el que lo hace suele cuidarse muy mucho de no hacerlo en la vía pública.
Generalmente lo hacen en parcelas privadas que, o bien denuncia el propietario estas acciones o las autoridades respectivas se ven atadas de pies y manos. En definitiva, este problema tiene difícil arreglo y posiblemente este escombrero no oficial de las urbanizaciones y alrededores, irá creciendo con el tiempo.