Orson Welles protagonizó una de las más memorables escenas de alcantarilla del cine en El Tercer Hombre. La imagen fílmica del crimen y la persecución subterránea, sin embargo, dista bastante de la realidad. Al menos, del submundo madrileño.
Los héroes aquí van de uniforme policial. Héroes porque les ha tocado salvar alguna vida en las catacumbas capitalinas, en la que trabajan cientos de personas cada día. Es la Sección Operativa de Subsuelo de la Policía Nacional. Son parte del paisaje diario de parte de los 4.780 km de galerías subterráneas.
Lo que es más insólito es ver en las profundidades es la delegada del gobierno, Cristina Cifuentes, de visita este jueves, enfundada en una especia de mono de cazafantasmas.Lo que es más insólito es ver en las profundidades es la delegada del gobierno, Cristina Cifuentes, de visita este jueves, enfundada en una especia de mono de cazafantasmas.
Eso sí. Fantasmas pocos. Leyendas, menos. Ni cocodrilos, ni mutantes. Si acaso, especímenes muy diestros, como los butroneros. Luchar contra ellos es una de las principales funciones de la Sección.
El Museo del Prado de la inmundicia
Uno de los puntos por los que la Policía Nacional realiza sus inspecciones habituales se encuentra al pie del Museo del Prado. Por aquí se accede a un colector, a unos 20 metros bajo el asfalto.
La atmósfera cargada, húmeda, maloliente y de cierto calor es el día a día para estos funcionarios. El catálogo de las inmundicias navega en torrentes de colectores.
Aquí, la fauna roedora hace patria. El riesgo para el transeúnte subterráneo está más en una crecida de las aguas. Un día de lluvia, el agua estaría por encima de la cabeza, arrastrando de todo y a todos.
El murmullo de agua, como de catarata, es constante. Monotonía rota de vez en cuando por el sonido del metro, que pasa un poco más arriba.
Y lo que no es agua, es lodo. Caerse aquí y pesar más de la cuenta puede ser una condena a quedarse atrapado. Por otra parte, estos barros desprenden un olor nada inocente. El metano, procedente de las reacciones de restos biológicos, es junto a otros gases, un peligro añadido en la galería. Aquí, a diferencia de la mina, no hay canarios, sino tecnología salvavidas.
Un dispositivo alerta a los policías de la ausencia de oxígeno, de su exceso (con riesgo de explosión) o de la presencia de diferentes sustancias en el ambiente.