La diputada socialista Cristina Pereda acabó su jornada matinal el pasado viernes sobre las tres menos cuarto de la tarde y, según es costumbre, se dirigió al aparcamiento del Parlamento regional para coger el coche y marchar según informa El Diario Montañés. Pero cuando llegó al vehículo, se lo encontró abollado: un golpe en un lateral le saludaba con violencia. Sin embargo, no encontró una nota de disculpa de quien hubiera chocado contra su coche, como es frecuente dejar entre conductores de buena voluntad. No había disculpa, aun tratándose de un estacionamiento reservado a sus señorías, los consejeros, los empleados públicos de la Cámara y, ocasionalmente, los medios de comunicación. Compañeros todos, aunque sea lejanamente, de un mismo lugar de trabajo.
Fue él quien sugirió qué tipo de coche podría haber provocado los daños: era azul, y parecía un Peugeot. En cualquier caso, era fácil comprobarlo: debe haber pocos edificios en Santander con más cámaras de seguridad plantadas en su perímetro que el Parlamento de Cantabria.
La diputada solicitó a los guardias de seguridad el visionado de las últimas horas grabadas para localizar al infractor. Y al final apareció: era Miguel Ángel Revilla quien entraba en su coche, arrancaba, apenas avanzaba, y golpeaba sin querer el vehículo de la socialista. El expresidente escuchó el ruido. «Pero miré y no vi nada, la verdad», según relató ayer. Por eso se marchó sin dejar un aviso, convencido de que la cosa no había llegado a mayores.
Pereda trasladó su malestar al grupo del PRC y Revilla (que ayer se encontraba en Gijón presentando su libro Nadie es más que nadie) pidió disculpas en cuanto le llamaron para informarle de los daños. «Inmediatamente» se ofreció a resolverlos, dio los datos de su seguro y finalmente suscribió un parte amistoso firmado este lunes. Más información en eldiariomontanes.es.