En el día de las enfermedades raras, lo verdaderamente raro resultó la envidiable salud de España, que camina a la Eurocopa con el porte de campeón que se le presume. Y lo hace guiada por Iniesta y Silva, futbolistas excelsos, al alcance de nadie más, con ratitos de Messi, en creación y producción, dicho sea sin ánimo de molestar. Venezuela, que ya no es una maría, que anda al borde de las 40 principales, ofreció menos respuesta que el verano pasado. Perdió como entonces pero empobreció su imagen. No debe deprimirse. Les sucede a casi todos ante esta Selección celeste y celestial.
España quiso matar esta vez en la suerte natural, con un nueve, Llorente, gigante entre cabezudos, y gustó la propuesta. Por primera vez desde su irrupción en la Selección se le abrió un horizonte despejado, un gran porvenir. Antes de la media hora había dejado tres remates en el libro de ruta, ninguno con colocación letal, y una impresión de delantero grande y de referencia, con movilidad, disposición y compromiso. Se marchó sin gol pero con plaza segura hasta que salió Soldado, competidor definitivamente feroz. En siete minutos había metido dos goles de videoteca. El primero, de taconazo torero en jugada iniciada en su robo y que fue mejorando de bota en bota: Xabi Alonso, Cesc (de tacón), Cazorla, Silva y otra vez Cazorla, también recién llegado a la fiesta. El segundo, de nueve puro, a un toque, en regalo de Arbeloa. Después le hizo un penalti Amorebieta, que le costó la roja, cuando iba a por el hat-trick y él mismo lo falló. Se lo apuntó ya muy cerca del final. Ha llegado para quedarse.
Dos genios.
No se adivinan problemas por ahí, salvo para Del Bosque, al que sólo le caben 23, pese a las lesiones de Villa y Negredo y el momento valle de Torres, y menos aún a su espalda. Iniesta y Silva resultaron indescifrables para Venezuela. Desconcertaron, armaron el rondo, administraron la paciencia, filtraron pases y acertaron con el gatillo. Dos goles similares, los primeros, cocinados de fuera a adentro y que culminaron en disparos inteligentes y colocados. Cesc participó en ambos aunque su presencia fue menor. Xabi Alonso y Busquets se repartieron bien los papeles: el primero asumió la difusión y el segundo, la corrección. El azulgrana es tácticamente impecable, una joya para los técnicos, lo que quiso ser Del Bosque y dice que no fue. Todo esto con Cazorla y Xavi como segunda unidad y Javi Martínez, Thiago, Muniain y Mata, campeones europeos Sub-21, también en lista de espera. Una caballería ligera incomparable.
Más información en www.as.com