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Se lleva 5 estauillas en total

Hollywood enmudece con la película "The artist"

miércoles 04 de junio de 2014, 13:55h
Hollywood enmudece con la película "The artist"
Meryl Streep logra por "La Dama de Hierro" su tercera estatuilla. "La invención de Hugo" acapara las categorías técnicas. Ni Chico y Rita ni la música de Alberto Iglesias ganan.

"Siempre había querido tener una piscina". Rara vez los muertos hablan. Menos en Hollywood. Aquí sí. Joe Willis, el guionista cadáver de películas de serie-B que interpretaba William Holden en Sunset Boulevard, hablaba. Hablaba y flotaba en la piscina con dos balazos en la espalda. Cosas de Billy Wilder. No en balde, Hazanavicius le agradeció todo, piscina incluida, a Billy Wilder. Tres veces citó a Billy Wilder. Y parecen pocas. Pues bien, ayer en el Kodak Theater (o como quiera que se llame ahora), habló otro muerto. Y no paró.

The Artist, de hecho, es eso, un exquisito cadáver, pero cadáver al fin y al cabo. Desde 1929, recordaba la conductora de la gala, ninguna película muda había conseguido el Oscar a la mejor producción del año. Ésta se hizo con más de uno y alcanzó la ruidosa gloria con nada menos que cinco estatuillas. De repente, Hollywood premiaba su glorioso pasado recordado, recreado y homenajeado (qué feos resultan los participios) por un francés.

También premiaba La invención de Hugo. La película de Scorsese que recorre el instante preciso en el que el cine viajó a la Luna con Méliès se llevaba todos los premios técnicos (los dos de sonido, la fotografía, la dirección de arte y los efectos especiales) y, de alguna manera, devolvía el favor a Hazanavicius. Méliès, no lo olvidemos, el primero en hacer que el cine soñara la posibilidad de contar una historia, era francés. Y así, premio por premio, el premiado era el cine, el cine del pasado. Melancólico difunto.

Y de hecho, eso fue la tónica de toda la noche: ¡Qué nostalgia de aquel pretérito perfecto en el que la gente del cine, la gran familia del bótox, fue tan feliz! El mensaje que la Academia de Hollywood lanza urbi et orbi con este palmarés puede parecer optimista. Sin embargo, a poco que se piense en ello, resulta algo repelente. Todos los autohomenajes si se miran de cerca están a un paso del simple ridículo. Dan incluso un poco de fiebre.

La gala, en consonancia, quiso huir de cualquier conflicto, de cualquier riesgo, de cualquier filo que amenazara con cortar algo. Y allí que apareció Billy Crystal, más terso que nunca ("una cara nueva en un viejo conocido", que decía Johnny Carson), para poner orden. Y lo hizo. La gala navegó a buen ritmo entre la brillantez y el medido acierto. Sin alardes. Conservadora. Pero sin renunciar a los momentos clásicos: Crystal succionado por el propio cine. Cine, de nuevo, dentro del cine.
Conocidos de antemano

Ya las nominaciones dejaron claro desde antes incluso del principio el tono insustancial de unos premios cantados de antemano, quizá, de nuevo, hasta muertos. Floten o no. Bien es cierto que, en descargo del propio Hazanavicius y, si nos empeñamos, de la propia película, habría que decir que el The artist que pensó el director está algo lejos del entusiasmo con el que lo han interpretado los académicos. Y aún algo más lejos de la pirotecnia con la que ha sido recibida por la crítica americana.

Él imaginó y llevó a cabo no tanto una película sobre el cine mudo como simplemente muda. Que no es lo mismo. "Pensé que era más fácil de entender para la audiencia una película muda puesto que trataba de actores de cine de la época muda del cine. Y por eso, al final, lo que tenemos es cine mudo sobre el tiempo en el que el cine fue mudo", explica el director en un alambicado y autorreferencial lenguaje sonoro. Si se lee en silencio se entiende. Pero no. La Academia ha entendido que en plena de crisis de todo, del propio modelo cinematográfico tal cual se ha entendido hasta ahora, lo mejor es mirarse el ombligo. Y así lo ha hecho.

Para cuando Hazanavicius fue nombrado el director del año, ya sabíamos que, desgraciadamente, ni Chico y Rita ni la música de Alberto Iglesias para El topo habían merecido la consideración que, admitámoslo, merecían. Por evidentes. En sus listas respectivas de candidatos, las dos figuraban como las opciones de más interés y riesgo. Pues nada, gusta más, ya se ha dicho, el cine de antes. Y así los Oscar se fueron, respectivamente, para Rango y, cómo no, The artist. Lo obvio nada tiene que ver con lo evidente.

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