Con «Luck», serie que ayer estrenó el canal de pago HBO en Estados Unidos, el actor Dustin Hoffman se presenta por primera vez en una producción para la televisión. En ella da vida a Chester Bernstein, un mafioso conocido como Ace (As) que acaba de salir de una cárcel de California con la única misión de vengarse de todos aquellos que lo pusieron tras las rejas. Su principal diversión es un caballo, que supuestamente pertenece a su chófer, Gus Demitriou (papel que interpreta Dennis Farina), porque los ex convictos no pueden tener caballos.
En «Luck», que Canal+ estrenará en España el próximo 20 de febrero, las historias paralelas se suceden, se cruzan, a veces caminan de forma independiente. En las carreras y compitiendo contra Ace está el poderoso Walter Smith (Nick Nolte) que entrena a Big Horse. Detrás de los bastidores, moviendo los hilos de esta serie, encontramos a Michael Mann, el director de títulos inolvidables como «El dilema»,. «Heat», «Collateral», «Ali», «El último mohicano»... El realizador es el único que ha conseguido llevar a Hoffman, a sus setenta años, a la pequeña pantalla.
—¿Por qué quiso participar en una serie sobre carreras de caballos interpretando a un gánster? Usted nunca había trabajado en televisión.
—Muchas cosas me motivaron a la hora de interpretar este personaje. Cuando estás en una situación en la que puedes elegir y no aceptas cualquier trabajo que te ofrecen, vamos, cuando tienes posición de estrella, y lo digo entre comillas, lo que no anticipas, aunque has oído hablar de ello, es que vas a completar un círculo. No imaginas que por la edad vas a terminar siendo comparsa de otros actores principales, porque no se escriben papeles protagonistas para actores que están en los setenta, a menos que lleves una pistola y esa haya sido siempre tu carrera. Yo decidí trabajar en «Luck» porque el personaje era interesante, en tres dimensiones, bien escrito y supervisado por un maestro como Michael Mann. Además, se iba a rodar en Los Ángeles. De todas mis ofertas, esta era la mejor alternativa.
—Cuesta creer que no le ofrezcan buenos personajes por el simple hecho de haber cumplido setenta años.
—Me ofrecen muchas cosas, pero sin sustancia. Yo siempre encuentro razones para no interpretar y he rechazado muchas y buenas películas porque no quiero trabajar. Cuando Michael Mann me llamó, lo primero que me dijo fue: «Sé que no quieres hacer televisión, pero este es uno de los mejores guiones que he leído en mi vida». Como actor, no sé nada de televisión y me daba miedo, pero no pude negarme cuando lo leí.
—¿Es Ace un personaje tan fascinante?
—Sí que lo es. A mí me sorprendió que Michael me ofreciera este personaje porque no se parece a nada de lo que he hecho en mi carrera. Yo estoy sorprendido con Ace porque es un papel que a mi edad me ofrece la oportunidad de escapar de mi propia historia. En las películas que he protagonizado, siempre he sentido que soy el actor que reacciona, no el que provoca la acción.
—Usted tiene fama de pelear con casi todos los directores con los que trabaja. ¿Por qué es un actor tan difícil?
—No soy difícil. Lo que ocurre es que los directores me convierten en sus esposas y yo acabo siendo el que reacciona. La mayoría de los directores son unos controladores, ellos son el marido y el actor es la mujer. Haz lo que yo digo, yo te saco bellísimo y todos quedamos contentos. Pero si tienes una idea para crear el personaje, esa puerta siempre está cerrada. Este es el primer hombre que interpreto, porque hasta ahora he creado las mujeres que los directores han querido que hiciera.
—¿Qué siente ahora que finalmente interpreta a un hombre?
—Se lo debo a Michael Mann. He puesto toda mi confianza en el director y le agradezco cómo me ha tratado. Muchas veces, durante el rodaje, le digo a Michael que no sé quién soy ni lo que estoy haciendo y él me dice que siga así.
—Usted habla de directores controladores. ¿Me pregunto que tipo de director es usted? (Acaba de rodar «Quartet», su primer largometraje).
—Dirigir fue fácil. Lo difícil fue atravesar por esos miles de decisiones que un director tiene que tomar cada día. Me sorprendió mi ingenuidad a la hora de enfrentarme al papel de director porque a pesar de todas las películas que he rodado nunca me paré a pensar en lo que realmente significa dirigir una.
—¿Conocía el mundo de las carreras antes de interpretar esta serie?
—No. Jamás he estado en una carrera de caballos. Pero después de ver muchas en la televisión, de aprender sobre las apuestas, he descubierto que es un mundo extraordinario. Los caballos son un gran instrumento. Son unos animales bellísimos, que viven solo para ganar o perder.
—¿Le ha sorprendido el mundo de la televisión?
—Mucho, porque esta serie es lo más cercano a la vida real que he interpretado nunca. Siempre he sentido que la interpretación era un arte bastardo a las órdenes del director, el verdadero creador. Pero con este personaje iba aprendiendo de mí mismo al mismo tiempo que aprendía de él porque no tenia ni idea de lo que estaba haciendo. Esa fue la gran revelación en «Luck».