Da la impresión (extraña) de que si el partido de esta noche se trasladara a una competición europea, el Málaga tendría más opciones de pasar. Marcar dos goles en campo contrario siempre se entendió como una conquista y el Málaga los trae del Bernabéu (3-2). El cálculo es sencillo y por eso parece factible: le valen dos resultados tan poco extravagantes como el 1-0 y el 2-1. Sin embargo, como siempre ocurre, el conocimiento va en perjuicio de la intriga. Del infierno que hoy se prepara el Madrid salió victorioso hace dos meses (0-4). Y una semana atrás el equipo de Mourinho se sacudió el 0-2 de la primera mitad con tres goles rotundos y arrebatados. Sumen los últimos resultados ligueros de ambos equipos y seguirán regando el infierno.
La conclusión, y va por adelantado, es que el Madrid sigue siendo favorito para esperar al Barça en cuartos. Despejado el asunto, la esperanza del Málaga no radica tanto en los goles marcados como en el fútbol que mostró durante más de una hora en el partido de ida. En ese tramo no jugó bien por casualidad, sino por recuerdo. Digamos que remitió la amnesia y emergió el talento. Lástima que estas luces sean, de momento, temporales.
Entre los jugadores todavía por iluminar se encuentra Van Nistelrooy. Entrañable, prestigioso y ejemplar, pero terriblemente lento. Sus goles son lo que más echa de menos el Málaga que, incluso cuando lo hace todo bien, sigue sin ver puerta (Rondón no mejora el panorama). De la activación de esa tecla depende buena parte del éxito del anfitrión. Por lo demás, todo indica que Pellegrini apostará por la esencia del equipo del Bernabéu (Duda por Apoño). Como entonces, lo mejor habrá que esperarlo de Cazorla e Isco, el factor X del Málaga (en ausencia de los lesionados Joaquín y Baptista). Más información en www.as.com
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