Cuando estaba a punto de dejar la Secretaría General de La Moncloa, Bernardino León recibió un último e importante encargo del presidente José Luis Rodríguez Zapatero: visitar en secreto Siria y proponer a sus autoridades una salida pacífica a la revolución que vive el país desde marzo.León viajó solo y tan en secreto que utilizó para ello su pasaporte ordinario -no el diplomático- y no pisó en Damasco ningún edificio oficial, sino domicilios particulares de los jerarcas del régimen sirio con los que se entrevistó. Aprovechó incluso una taazi (ceremonia funeraria en la que la familia del difunto recibe en su casa el pésame de sus allegados) para celebrar una reunión discreta, en una salita, con un íntimo colaborador del presidente Bachar el Asad.
El emisario de Zapatero no se vio con El Asad, según señalan colaboradores de León, aunque otras fuentes conocedoras de su visita sostienen que sí lo hizo. La audiencia presidencial empezó, precisan, con una broma sobre "el encuentro entre dos leones". En árabe, asad significa león. León, malagueño de 46 años, hombre de la máxima confianza del presidente Zapatero -su esposa, Regina Reyes, fue además la asistente personal de Sonsoles Espinosa- , fue nombrado a finales de julio enviado especial de la Unión Europea para el Mediterráneo Sur, puesto de nueva creación con el que los Veintisiete aspiran a ejercer una influencia positiva sobre las revoluciones árabes.
La que arrancó en Siria en marzo se ha cobrado ya la vida de al menos 1.800 civiles, según el Observatorio Sirio de los Derechos Humanos, a causa de la feroz represión del régimen de El Asad, que ayer subió un nuevo peldaño al bombardear con buques de guerra un barrio de Latakia, la principal ciudad costera.