En bastantes sentidos, el partido de ayer fue perfecto para Mourinho: no salió goleado, evitó la derrota y acabó con diez jugadores, lo que le alimenta el discurso para los próximos días. El entrenador del Real Madrid se quejará con razón porque Alves debió ser expulsado en el penalti a Marcelo, aunque ese hecho no justifique su planteamiento, muy similar al que desplegó con el Inter en su visita al Camp Nou. Entonces explicó que su esquema estuvo condicionado por la expulsión de Motta (28) y esta vez podrá decir que se adelantó al destino y jugó como si dirigiera a diez futbolistas en campo visitante. La otra perspectiva, seguramente subversiva, sugiere que el Barcelona ha dejado sentenciada la Liga, después de empatar merecidamente un partido que dominó, durante largos minutos, como nunca hubiera imaginado. Al final, 1-1 y un soso aperitivo, la verdad, de cara a lo que viene ahora.