El Madrid tardó unos cuantos minutos en quitarse la obsesión de encima. Obesión bien asentada, pues el Olympique de Lyon le había echado de la Champions varias veces. El gol de Marcelo fue fundamental. Fue la espita por la que se escapó ese agobio mental del Madrid. Después, todo fue prácticamente coser y cantar, con un Özil superior, un Marcelo muy motivado y un Benzema que ha decidido hace ya algún tiempo ser jugador del Real Madrid. Esto es, presionar, correr, robar balones, en una palabra: ambición. Por lo demás, fue una noche plácida para el equipo de Mourinho, con un estadio volcado y entusiasta ayer. Ahora, a esperar qué depara el bombo de Nyon mañana: hay dos posibilidades tan apetecibles como posibles: Schalke 04, léase Raúl y Barcelona.
En la otra eliminatoria de ayer, el Chelsea no tuvo ninguna dificultad con el Copenhage.