Irene se aleja de Estados Unidos al tiempo que el país empieza a recuperar la normalidad. A su paso, el huracán que se ha convertido en tormenta tropical se ha cobrado la vida de al menos 20 personas y ha dejado daños materiales cuyo valor exacto tardará varios días en conocerse, aunque las primeras estimaciones apuntan a un mínimo de 7.000 millones de dólares. Irene continúa ahora su camino hacia Canadá y los pronósticos indican que seguirá perdiendo fuerza hasta convertirse, en pocas horas, en un sistema post-tropical.
Por el momento, ha dejado sin electricidad a unos 248.000 hogares en la provincia de Quebec, ubicada en el este de Canadá, aunque sólo dos provincias costeras permanecen en alerta. La ciudad más afectada es Montreal, donde la Policía ha tenido que cortar los accesos al centro durante varias horas para evitar que las ventanas arrancadas de un edificio de viviendas por el viento hirieran a alguien. Además, el temporal ha derribado árboles y señales de tráfico. El ministro de Medio Ambiente, René Héroux, ha anunciado que lo peor se espera para las próximas horas, por lo que ha recomendado a los canadienses que consigan provisiones para sobrevivir durante al menos tres días.
Continúa la alerta en EEUU A pesar de haber dejado atrás EEUU, las autoridades han llamado a mantener la cautela porque sigue siendo "una tormenta peligrosa", según aseguraba en la noche del domingo el presidente estadounidense Barack Obama. El riesgo ahora reside en las crecidas de los ríos, que podrían provocar graves inundaciones. Los trabajos de los equipos de asistencia aún se prolongarán semanas, agregó Obama, quien adelantó su regreso de las vacaciones estivales el viernes ante la alarma de la tormenta. Especialmente para hacer frente a las inundaciones, el principal riesgo expresado en las intervenciones públicas de las autoridades, quienes en su último recuento oficial situaron en 20 la cifra provisional de fallecidos en siete estados de la costa Este.