Los silbidos con que la afición de Mestalla agasajó a Raúl tuvieron sus consecuencias: no conviene provocarle, porque como alguien dijo durante el partido entre el Schalke 04 y el Valencia, "huele la sangre como nadie".
Con el tanto de Raúl, Alemania tiene desde anoche un motivo más para presumir de su orgulloso fútbol, que, aunque no sea el más brillante del planeta, siempre se ha ganado el respeto de los rivales por su entrega sin límites, un poderío físico admirable y no pocos jugadores talentosos, entre ellos algunos goleadores eternos como Müller, al que ayer superó Raúl como máximo goleador de las competiciones europeas, con 70 dianas. Y es que el ex madridista no sólo anotó el gol del empate para el Schalke, sino que se marcó un partidazo, como él mismo declaró al final del encuentro: "Necesitaba un partido así".