De esta forma, se recuperará la hora perdida en marzo, cuando se adelantaron los relojes para adaptarse al horario de verano y volveremos a un horario en el que nos daremos cuenta como se hace de día más temprano, pero también será de noche mucho antes.
A pesar de que todavía estamos en el horario de verano, lo cierto es que es precisamente el solsticio de verano el que provoca que de manera progresiva los días duren cada vez menos y que al llegar al equinoccio de otoño las horas de luz y de oscuridad queden igualadas. De este modo cuando salimos actualmente a la calle a las 07:00 horas, nos damos cuenta que todavía es de noche. De hecho incluso cuando son las 08:00 o las 08:30 todavía notamos algo de oscuridad. Lo mismo ocurre cuando el sol se oculta ya que cada vez anochece antes.
Según estimaciones oficiales del Instituto para la Diversificación y Ahorro de la Energía (IDAE), el potencial de ahorro en iluminación podría alcanzar en torno a 300 millones de euros, el equivalente al 5 por ciento del total. De esa cantidad, 90 millones corresponde al potencial de los hogares españoles, lo que supone un ahorro de 6 euros por hogar y 210 millones restantes se ahorrarían en los edificios del terciario y en la industria.
Cómo puede afectar a la salud
El cambio de hora puede tener efectos sobre la salud de las personas, especialmente sobre el sueño, el estado de ánimo y el rendimiento. Algunos expertos señalan que retrasar una hora los relojes puede facilitar la adaptación al nuevo horario, ya que se gana una hora de sueño durante esa noche. Sin embargo, otros advierten que este cambio puede alterar los ritmos circadianos, que son los ciclos biológicos que regulan funciones como la temperatura corporal, la secreción hormonal o la actividad cerebral.
Según la Sociedad Española del Sueño (SES), el horario de invierno permite una mayor sincronía entre la salida del sol y el inicio de la jornada laboral y escolar, lo que favorece un mejor descanso nocturno y una mayor alerta diurna. Sin embargo, también reconoce que este horario implica una menor exposición a la luz solar durante la tarde, lo que puede afectar al estado de ánimo y provocar síntomas depresivos en algunas personas.
Para minimizar los efectos negativos del cambio de hora, la SES recomienda seguir unas pautas higiénicas del sueño, como mantener unos horarios regulares de acostarse y levantarse, evitar siestas largas o tardías, realizar ejercicio físico moderado durante el día, evitar comidas copiosas o estimulantes por la noche, crear un ambiente adecuado para dormir y exponerse a la luz natural durante la mañana.