“Lo primero que conviene recordar es lo más sencillo: esta tasa no llegó acompañada de ninguna medida de alivio fiscal. Ninguna. Ni una rebaja de impuestos. Ni una reducción de precios públicos.
En Alcobendas, la alcaldesa del PP decidió empezar a cobrar sin ofrecer ninguna compensación. La alcaldesa ni siquiera analizó el impacto que tendría en miles de familias que ya sienten cada subida. Nadie la empujaba a hacerlo de esta manera: fue una decisión política, asumida y elegida por su propio equipo.
Y mientras la alcaldesa cargaba el recibo a los vecinos, el Ayuntamiento dejaba escapar casi seis millones de euros en fondos europeos, una cifra que podría transformar servicios públicos, apoyar proyectos de transición energética, modernizar áreas urbanas o mejorar equipamientos. Recursos que otros municipios sí van a recibir y que aquí, por pura falta de gestión, se han perdido.
¿Tiene sentido pedir más esfuerzo a la ciudadanía cuando el propio Ayuntamiento ha sido incapaz de aprovechar oportunidades de financiación externa?
¿Tiene sentido incrementar la presión fiscal mientras los fondos FEDER se esfuman sin explicación pública alguna?
La respuesta es bastante clara: no, no lo tiene.
Si a todo esto sumamos el estado de la ciudad —contenedores saturados, calles descuidadas, parques sin mantenimiento— cuesta comprender en qué se traduce la recaudación prevista de más de 9 millones de euros al año. Lo que sí parece evidente es que Alcobendas paga más, pero no recibe más.
El contraste es incómodo para quien gobierna, pero innegable para quien vive la ciudad día a día. Se aprueba una tasa sin diálogo. Se cobra sin compensar.
Se pierde financiación sin dar explicaciones. Y la ciudad, lejos de mejorar, retrocede.”