“Los ciudadanos deberíamos ser intransigentes con la mentira, engaño o cambio de opinión, de los políticos, pero lamentablemente son tantos los casos, que algunos políticos de conducta inaceptable se sienten blindados e inmunes ante actuaciones que son radicalmente contrarias a los valores que prometieron defender.
Siempre debería ser exigible un comportamiento intachable en un político, pero hay determinadas ocasiones en las que la exigencia se eleva aupada por los acontecimientos. La tragedia causada por la DANA hace ahora un año es uno de esos terribles casos en los que los responsables políticos están obligados a entregarse sin pretextos hasta más allá del límite.
Muchas versiones y matices, pero lo cierto es que la gestión del caso ha dejado una sensación de opacidad y de resistencia a asumir responsabilidades evidentes. En un momento en que los ciudadanos demandan amparo, la falta de una reacción convincente proyecta una imagen de debilidad ética y de falta de respeto, inaceptables.
Siendo cierto que en determinada política, la política más ruin, hay quien está dispuesto hasta utilizar la muerte como munición, a nadie puede convencer lo que de la gestión de la catástrofe se conoce. Y aunque parece evidente que las responsabilidades están repartidas, la falta de transparencia apunta en una dirección.
Aferrarse al cargo cuando se ha perdido la credibilidad pública es una forma de negar la esencia de la política democrática. Gobernar implica rendir cuentas, y cuando la palabra dada se quiebra, lo correcto es dejar paso a otros. No hacerlo transmite un mensaje peligroso: que el poder importa más que la verdad.
Casos como este deberían invitar a una reflexión colectiva sobre el nivel de exigencia ética que los ciudadanos imponen a sus dirigentes. No basta con prometer integridad, hay que ejercerla. La política necesita menos gestos y más conducta. Porque los valores no se declaman en un mitin, se demuestran con hechos.
Solo así podrá recuperarse la confianza perdida entre representantes y representados. Y solo así la palabra “valor” volverá a tener sentido en la política española.”