“Como pensar que miles de personas dependientes de un respirador pudieran quedarse sin su oxígeno vital.
Que desde ningún ambulatorio se pudiera acceder al historial médico de los pacientes.
Que centenares de trenes en circulación se detuvieran en mitad de la nada dejando encerrados a miles de pasajeros.
Que los semáforos de todas las ciudades se apagaran, atrapando en un nudo de tráfico indisoluble a millones de personas que desde ese momento veían como sus urgencias se suspendían. Solo pensemos en los padres que no podían recoger a sus hijos en el colegio ni llamar por teléfono.
Que todos los procesos industriales dependientes de la electricidad, se paralizaran.
Que todos los comercios tuvieran que cerrar por imposibilidad de trabajar.
Que carnicerías, pescaderías y restaurantes vieran como pasaban las horas y sus géneros iban consumiendo el plazo máximo sin refrigeración.
Que las farmacias no pudieran consultar las cartillas de la S.S. para poder dispensar medicamentos, muchos urgentes.
Que en todas las viviendas con cocinas eléctricas no se pudiera cocinar.
Y así podríamos seguir con mil y un casos, algunos de ellos de enorme gravedad.
La prensa relata que al menos cuatro personas fallecieron por los efectos del apagón.
Bien, todo terrible, pero estamos hablando de un accidente. O no. Porque varios informes señalan que en el diseño ideológico de la red, mucho renovable, fuera nuclear, está el origen.
Y en una situación de enorme gravedad como la vivida, el presidente del gobierno, sus ministros y la responsable de la empresa encargada del abastecimiento eléctrico, desaparecidos.
Porque el presidente Sánchez salió muchas horas después del apagón para decir que no sabía que había pasado, que no hiciéramos caso a los bulos y que ¡había llamado a la OTAN! Y pasadas 48 horas, y como no podía echarle la culpa al PP y a la ultraderecha, apunta hacia las operadoras. Y pasaron días y seguimos sin saber cuándo se puede volver a repetir un suceso del que dicen desconocer la causa.
Este extraordinario episodio en la vida del país que es la cuarta potencia europea, es una perfecta radiografía de lo que nos está pasando desde hace ya demasiado tiempo.
No hay nadie a los mandos. Nadie asume la más mínima responsabilidad. Igual que nos han dicho que la economía va como un cohete, nos dijeron que nunca habría un apagón.
Estamos no solo desamparados, sino sin esperanza.
Sr. Sánchez, váyase. Convoque elecciones ya. España no se merece tanto daño.”