Una vez pintados, y para sorpresa de los responsables, los graffiteros no esperaron ni un día y los volvieron a degradar realizando pintadas en los susodichos bancos.
Ante este tipo de situaciones y cómo hemos denunciado en otras ocasiones desde La Tribuna, es una lástima el deterioro que este tipo de vandalismo produce en la urbanización, degradando el entorno y aumentando los costes de mantenimiento, que pagan todos los vecinos.
Las pintadas o grafittis están sancionadas en la normativa de la Ordenanza Municipal de Medio Ambiente del Ayuntamiento de Alcobendas. Varios son los problemas que existen para sancionar a los grafiteros.
Lo primero es que las fuerzas de seguridad tienen que pillar in fraganti a los grafiteros para poder interponer la correspondiente denuncia.
La segunda dificutad, común en estos casos, es que las personas que realizan las pintadas suelen ser menores y al serlo aumentan las dificultades a la hora de expedientar las sanciones.
En este sentido, son muy conocidos los casos ya sucedidos en las Urbanizaciones, donde los propietarios de centros comerciales o responsables de las entidades de conservación han tratado de hablar con los padres de los menores antes de sancionar y se han encontrado casi más problemas con los progenitores que con los hijos.
Lo que queda claro es que el Mobiliario Público lo pagan todos los vecinos y tanto la pintura como la limpieza de los bancos, en este caso, la costean todos los residentes del Soto de La Moraleja