¿Por qué la Policía rastrea una y otra vez el entorno de la finca de «Las Quemadillas», en Córdoba, en busca de Ruth y José? El auto de prisión de José Bretón, aporta más claves de las ya conocidas. El encartado desconectó su móvil dos días fundamentales, como recalca el juez José Luis Rodríguez Lainz, para estar «deliberadamente fuera de cobertura, más allá de una simple desconexión del programa latitude». El magistrado hace referencia a una aplicación telefónica que compartían los hermanos Bretón y que sitúa en el lugar exacto a la persona con la que se habla o mensajea.
Bretón apaga el teléfono dos veces, según el auto. El día de los hechos, el 8 de octubre cuando está ilocalizable entre las 13.50 y las 18.08, hora a la que intercambia mensajes con su hermano, aunque le miente, y tres semanas antes, el 15 de septiembre. Ese día su mujer, Ruth Ortiz, le dice que quiere hablar de su relación porque estaba mal. Ni siquiera le habló de separación. Bretón, airado, cogió el petate desde su casa de El Portil (Huelva) se fue a Córdoba. Ruth, preocupada, llamó a Rafael Bretón, el hermano, para decirle que no sabía nada de él. Tampoco su familia tenía ni idea de qué había hecho.
Bretón desconectó el teléfono, hasta el punto de que su cuñado «preocupado por su situación y estado» fue a la parcela a buscarlo. «Para proteger tal detalle (el apagón) —afirma el juez— monta un entramado de acontecimientos absolutamente desconexos entre sí». Y los enumera. Contó que se había ido a Córdoba para ayudar a sus padres, pese a que Ruth estaba ultimando su proyecto de master; no dijo nada a sus padres de esa visita, y pese a todo —ni ayudó a su familia ni les avisó— se volvió a Huelva «prácticamente al día siguiente». Relató también al magistrado que se había enterado de la separación por mensaje SMS de su esposa.
Para explicar la desconexión del teléfono, describe Rodríguez Lainz, «hizo arrojo de toda clase de expresiones y extensión de detalles buscando justificar su actitud. Realmente, no le preocupaba tanto datar los acontecimientos, como hilarlos para justificar su viaje a Córdoba como algo prácticamente sin importancia».
El día 8 de octubre repitió la jugada. Más de cuatro horas con el teléfono apagado, y supuestamente refugiado en la parcela. Y eso que su hermano Rafael, le mandó un mensaje a las 17.15 de la tarde, que no respondió, y su madre lo llamó cuando ya había salido de la finca y poco antes de que las cámaras grabaran el coche sin los niños, según la pericial de las imágenes a la que el juez confiere absoluta credibilidad.