Mourinho no piensa dar marcha atrás. Su portavoz y ayudante más cercano, Eladio Paramés, ha sido el último en hablar después de los altercados del Clásico: "José no tiene que arrepentirse de nada ni pedir perdón. Ha dado la cara por el grupo y por la entidad. Siempre lo hizo, en el Inter o en el Chelsea, hasta el último día. Y en el Madrid, al que está entregado en cuerpo y alma, más. No le importa sacrificar su imagen personal. Lo hizo la pasada temporada dejando en evidencia los arbitrajes UEFA que perjudicaron al Madrid o con los horarios y días en que las televisiones fijaban los partidos, y sigue haciéndolo ahora. Y siempre lo hará. Y si no, no sería Mou...".
El técnico, para el que todo lo sucedido (incluido su episodio con Vilanova) no ha sido plato de buen gusto, sigue pensando que el Madrid es un elefante dormido y que hay que despertarlo. No le ha importado meterse en el papel de defensor de la causa ante lo que él entiende como injusticias. Y sigue echando en falta otra persona en la entidad que cumpla con ese papel (se lo achacó a Valdano la pasada temporada hasta conseguir que lo despidiera Florentino) o que maneje la comunicación de manera más contundente. No soporta la sensación de que el Barça sea presentado ante la opinión pública "como unos angelitos" y el Madrid como "los malos", cuando los hechos del Camp Nou fueron muy graves a su juicio: los continuos insultos de Tito Vilanova ("Sois una banda de hijos de....") o las provocaciones de Messi, que escupió delante de su banquillo, empujó a Coentrao y provocó al técnico con el gesto del cua-cua ("sigue hablando"). O el puñetazo de Villa a Özil, al que insultó. "José nunca se quedará impasible ante eso. No le importa lo que piense la prensa, sino el madridismo", afirma Eladio Paramés.