MODA

"Si chupamos todos del bote y éste no se llena..."

David Cerro cobra la renta de reinserción

Miércoles 04 de junio de 2014
David Cerro, residente en Lugo, es una de las caras reconocibles de la crisis galopante que azota España. Sin trabajo, y casi sin esperanza, cobra la renta de reinserción.

En el frigorífico de David, apenas hay unas patatas y unos huevos. Su renta fue menguando como los alimentos en la nevera. Fue bajando escalones al ritmo que marcaba el mercado laboral. Primero estuvo en la construcción. Eso se acabó. Se colocó entonces, durante cuatro años, en el locutorio de un amigo. "Allí ya cobraba poco, pero iba tirando". El negocio cerró en 2008. La siguiente estación fue el paro. Y los cursillos de formación, que le proporcionaban el 75% de un sueldo básico. Todo finalizó sin que apareciera un trabajo. "Busqué, busqué, rebusqué y volví a buscar. Nada".

David es joven, 31 años, "ágil", dice. "Puedo trabajar en cualquier cosa", asegura. Su pueblo, Viveiro, en la costa de Lugo, invita a formarse para el sector servicios, la hostelería. Él probó primero con la electricidad industrial... "Pero hay tanto paro, que, de coger a alguien, contratan a los que ya tienen experiencia, y yo no la tenía. Ahora me preparo informática, a ver si así...".

Antes de darlo todo por perdido estuvo seis meses "a palo seco", sin ingresar ni un euro, trabajando en pequeñas chapuzas aquí y allá. "Hay gente que me quiere bien y me fui buscando la vida con su apoyo", afirma. Pero un buen día decidió que tenía que comer. Y llamó a la puerta de los servicios sociales. Ahora cobra la renta de integración social de Galicia (Risga), unos 400 euros. Y sigue con sus cursos de formación. "Salí pronto de casa, no pude estudiar. Afortunadamente vivo en el mismo piso desde hace 10 años, pago por él 180 euros", cuenta. Cuando se independizó, las cosas no fueron muy bien. "Pasé un tiempo en la calle y ya sé lo que es eso, sé con qué ojos te mira la gente.

No quería repetir esa experiencia, porque es muy dura, pero, sobre todo, porque lo difícil es salir de esa situación". Precisamente para eso están estas rentas de inserción. Son un colchón para no caer del todo y seguir en la senda del empleo. Pasar la raya de la exclusión social tiene un difícil viaje de vuelta. David dice que es consciente de "cómo está la cosa por todos lados con la crisis". "No podemos estar todos chupando del bote; el bote se acaba y nadie lo está llenando. Yo, al fin y al cabo estoy solo, si un día como, bien, si no como, no pasa nada. No quiero pensar en las familias, los que tienen hijos. Si yo tuviera hijos que no pudieran comer me volvería loco", asegura solidario. Más información, en www.elpais.es


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