A las 21:40 horas caía la noche sobre París. Pero amanecía el tenis sobre la resplandeciente Philippe Chatrier. Se iluminaba con luces de fiesta esa Plaza de la Revolución que es la Chatrier cuando la pisa un tal Rafa Nadal. Pero la Chatrier relucía como el Palacio de Versalles gracias al resplandor del tenis de Roger Federer. El mejor jugador de todos los tiempos, si la medida son los títulos de Grand Slam, dio el golpe del año al batir al intratable Novak Djokovic, en un electrizante partido: 7-6 (5), 6-3, 3-6 y 7-6 (5).
En tres horas y 39 minutos, cerrados con un ace de virtuoso, Federer puso boca abajo la Chatrier, destapó el tarro de las esencias y derribó la imbatibilidad en 2011 de Novak Djokovic. Roger mantiene a su amigo Rafa Nadal en el número uno de la ATP al menos hasta la final de mañana.
Si Nadal alza ante Federer su sexta Copa de los Mosqueteros, mantendrá el liderato mundial al menos hasta Wimbledon y superará el centenar de semanas al frente de la ATP. Si Rafa cae ante Roger, también cederá el número uno a Djokovic. Antes del baile de Federer y Djokovic, Nadal había sometido a Murray en una sobremesa de vendavales y remolinos. El mismo día en el que cumplió 25 años, Rafa se plantaba en su sexta final de Roland Garros, ante Federer, su enemigo íntimo. Se trataba del 30 aniversario del sexto y último título de Bjorn Borg en París y en Grand Slam. Nadal descartó a Murray en tres horas y 17 minutos: 6-4, 7-5, 6-4. Rafa se marchó con 5-1 en el primer set, pero sufrió como un condenado para cerrarlo en 6-4. Azotado por los tiros pesados de Rafa, Murray sacaba con 5-5 en el segundo set, tras cuatro roturas de ida y vuelta. Pero no controló el viento, su ansiedad ni los restos de Nadal, que subió a 6-5 y sirvió el set en 7-5.