Muy bien lo tendrá que hacer el Villarreal para jugar su primera final. Demasiado bien. Rozar la perfección. La empanada mental que tuvo durante la segunda parte en O Dragao le deja el viaje a Dublín casi imposible. Salvo remontada y milagro. Hasta el descanso todo eran buenas noticias. El gol de Cani auguraba otra gran tarde del Villarreal en Europa. No fue así y se convirtió en una de las peores. El Oporto dio un recital de juego de equipo y Falcao, con cuatro goles, y Guarín, con el segundo, hundieron al Villarreal (5-1). Casi sin opciones y con muchas cosas que cambiar para dentro de una semana.
El respeto era mutuo. El gusto por el fútbol también. Los dos abrieron el campo y jugaron cara a cara. A pegar con todo cada vez que fuera posible. Villas-Boas quería encontrar la superioridad física de Hulk arriba. El delantero está por encima de cualquiera. Su disparo intimida y siempre fue la mayor preocupación del Villarreal. El equipo de Garrido aguantó atrás pero no renunció al ataque. Con Borja, Cani, Cazorla, Nilmar y Rossi no se puede negar a jugar. Presionaron para sorprender con una contra rápida.
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