¿Por qué dormir en un hotel de cuatro estrellas y pagar 100 euros por noche, cuando puedes hacerlo a menos de la mitad a cambio de renunciar al desayuno y al servicio de habitaciones? ¿Por qué desembolsar en el gimnasio 40 euros al mes, si puedes pagar la mitad? ¿Para qué coger un taxi al aeropuerto y dejarse un riñón, si compartiendo vehículo puedes obtener tarifas mucho más baratas?
La filosofía low cost no deja de reunir adeptos a un modo de vida básico, práctico y barato, pero sin renunciar a la esencia ni a la calidad del servicio. Un modo de consumo que va mucho más allá de los vuelos de Ryanair, que ha creado un nuevo perfil de consumidor y que para muchos es una forma de hacer frente a la crisis con agilidad e inteligencia.
Una nueva forma de consumo. "Se trata de eliminar las partes superfluas de los servicios", afirma Javier Vello, socio responsable de distribución y consumo de PwC España. La consultora acaba de publicar el estudio "¿Un nuevo consumidor o una nueva forma de consumir?", en el que llegan a unas conclusiones sobre la nuevas tendencias. Según Vello, las empresas que quieren dar servicios de bajo coste optan por la eliminación de elementos que no aportan valor para dar servicio a un público "universal", más allá de jóvenes y personas con rentas bajas, que simplemente está dispuesto a pagar menos.