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Tomás Díaz Valdés

La opinión del Director de La Tribuna

Editorial del mes de febrero

lunes 15 de febrero de 2016, 11:56h
La gente esta cabreada. El país va de mal a peor y los políticos discutiendo si me siento allí y tu aquí. Como si el problema fuera el posicionamiento. ¡Que vergüenza! ¡Que gentuza! Ya tienen sus sueldos, cartera de Loewe, el iPhone 6 y la iPad de ultima generación. Y les llaman señorías. Es lo que hemos votado. La gente se indigna, pero aguanta.......
La gente esta cabreada. El país va de mal a peor y los políticos discutiendo si me siento allí y tu aquí. Como si el problema fuera el posicionamiento. ¡Que vergüenza! ¡Que gentuza! Ya tienen sus sueldos, cartera de Loewe, el iPhone 6 y la iPad de ultima generación. Y les llaman señorías. Es lo que hemos votado. La gente se indigna, pero aguanta.
La bolsa, termómetro de la economía del país, esta bajando como el plomo cuando lo sueltas al vacío. Nadie se preocupa. Ellos, los políticos, siguen a su bola mientras los pequeños empresarios ven como desde el pasado 20 de diciembre caen sus ventas, su facturación. La situación es preocupante, porque salvo alguna excepción –pocas, por cierto- miran por sus propios intereses olvidando sus promesas pre-electorales. Insisto, son gentuza de los que solo se salva una minoría.
Ahora están descubriéndose. Quieren solo poder. Sentarse en la mejor posición. Miran por el beneficio propio sin pensar en quienes les han votado. El pueblo esta indignado sobre un barco sin rumbo, sin objetivos concretos. La incertidumbre y la indignación es el malestar general. Se piensa en lo peor. ¿Qué va a ocurrir? ¿Nuevas elecciones? ¿Se ponen de acuerdo? Son preguntas que los ciudadanos llevan haciéndose desde hace dos meses. No hay respuesta.
Para colmo del problema saltan los titiriteros. Unos a la defensiva cuando la lógica es la condena de estos impresentables que se hacen llamar artistas. Son los mismos que quieren cambiar el rumbo de la historia. Los de Podemos y toda esa maraña de enredadores llenos de odio y revanchismo, Tienen la virtud de controlar a los marginados, parados, desahuciados y gentes en situación crítica. Lo aprovechan en su propio beneficio. Engañan con el discurso de lo que quieren escuchar. Prometen lo que no pueden ofrecer.
Hace unos días hemos compartido mesa y mantel con un ejemplo a seguir, Irene Villa (Noviembre, 1978). Estaba acompañada por su madre, María Jesús González. Ambas han sido victimas del espeluznante atentado de la banda terrorista ETA en 1991. Le pusieron una bomba adosada al vehículo en el que viajaba, camino del colegio, con su madre. En dicho atentado, Irene perdió las piernas y tres dedos de una mano. Su madre perdió una pierna y un brazo. ¡Qué entereza! Estaban indignadas por la posturas adoptada por Pablo Iglesias y su gente en el asunto de los titiriteros. “No puedo entender a la gente que hace apología del terrorismo”. Lo decía totalmente indignada. “Es fruto del odio que les han inculcado desde niños”, continuaba diciendo.
Irene Villa es un icono de supervivencia. Se licenció en periodismo, estudio psicología. Pese a sus deficiencias físicas, consiguió triunfar como esquiadora en los Juegos Paralímpicos. Es columnista en La Razón y colabora en diferentes cadenas de radio. Es un ejemplo que ha sabido resarcirse sin rencor, sin odio. Su optimismo de la vida hizo cambiar su semblante cuando sacamos el tema de los titiriteros. Estaba indignada. Como todos los españoles de bien..
Estoy indignado, cabreado.. Como la mayoría de las gentes que esperábamos después del 20 de diciembre mejorar lo que estaba mejorando. Continuar por el rumbo esperanzador. Pero los acontecimientos son diferentes. El poder por el poder esta haciendo agua en este barco a la deriva llamado España. Falta la tripulación que lo gobierne antes de que se hunda. Salir del temporal de la corrupción, los ERES y tomar el timón. ¡Ya esta bien!
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