Este pasado domingo, como decimos, volvió a los ruedos en la Monumental de Ciudad de México, la mayor plaza del mundo con una capacidad para 20.000 espectadores y tal fue la expectación, que se agotaron las entradas nada más anunciarse el cartel. Nada menos que un mano a mano entre Tomás y el diestro mejicano Joselito Adame, el torero que se ha ganado a pulso el ser considerado la principal figura joven entre los aztecas.
La tarde no fue bien para José. Dicen, los que tuvieron la suerte de verlo en directo, que los toros fueron muy malos. Y cuando el toro no enviste, es muy difícil lucir. Pero la verdad de Tomás frente a la cara del primero hizo que le diera dos revolcones, de esos que ponen a la gente en vilo. Dos revolcones que tan sólo le hicieron romperse la taleguilla y cubrir de sangre al torero. Pero en el recurdo de todos estaba aquella cornada que recibió el diestro en la plaza de Aguascalientes, también en México, que casi le cuesta la vida. Y es que la verdad del toreo de José Tomás hace que exponga su vida en cada muletazo.
En cualquier caso, aunque no tuviera una vuelta extraordinaria, como él hubiera soñado, el torero inigualable, inclasificable ha vuelto. Yo le he visto tres veces en mi vida, la tercera su vuelta a Madrid, y no me siento capaz de explicar mis sentimientos. Y espero que no sea la última, aunque para ir a verlo tenga que ir a la plaza que el decida. José Tomás huyen de la televisión y no consiente que se televise una de sus corridas, o sea que al que le gusten los toros y quiera experimentar algo único ya sabe: a rascarse el bolsillo y asistir al lugar que le venga mejor de los que decida José Tomás. Y serán pocos.
Manuel Vega
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No(
